21 de mayo de 2011

Crónica del 15-M

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En la jornada del 15 de Mayo, Juventud Sin Futuro organizamos, con el gesto desafiante y entonando la letra censurada, un bloque propio dentro de la manifestación convocada por la Plataforma “Democracia Real YA”. Tras la consigna de un runrún tenue y ligero como un susurro individual, pero sin pausa ni límite por el colectivo desobediente, toda una generación entonamos cánticos de lo posible. La indignación se materializó en torno a los 50.000 manifestantes que recorrimos las calles de Madrid, como en múltiples ciudades del Estado, al compás de “¡Sin Miedo!”.

El reproche social tornaba la atmósfera tensa, hiriente para los indecentes.
Nosotras y nosotros, la calle encolerizada, conscientes de que la salida a la crisis se ha llevado a cabo mediante una constante socialización de las pérdidas, decidíamos señalar a los culpables: clase política y élites económicas.

Arropados tras el simbolismo de los Book Block, en el que la cultura crítica era protagonista y gracias a los que lográbamos representar a los compañeros europeos, la generación precaria reivindicamos derechos que, con certeza, nos pertenecen: como el acceso constitucional a una vivienda, un trabajo digno, una pensión, o a una educación pública no mercantilizada.

La capacidad de respuesta colectiva, que ayer demostramos tener, obliga a que seamos sujeto de un motor de cambio. Como movimiento social exigimos convertirnos en parte imprescindible de las decisiones políticas. Ante esta “democracia” que se deslegitima, perdiendo soberanía frente a los mercados, nosotros apostamos porque las necesidades sociales y la redistribución de la riqueza primen sobre las voluntades ambiciosas de una minoría.

Una vez desconvocada la manifestación, la indignación de la juventud y los gritos de rebeldía, incitaron a los participantes a continuar espontáneamente haciendo nuestras las calles de la ciudad; de forma pacífica, pública y a rostro descubierto.

Nuestro reclamar los espacios comunes concluyó prácticamente antes de emprender el camino, puesto que la desmedida actuación policial reprimió violentamente a los manifestantes. Parece que las Fuerzas de Seguridad del Estado siguen más interesados en reprimir a la sociedad civil, que expresa su disconformidad con tener que aceptar un futuro indigno y precario, que en investigar y perseguir a banqueros, corruptos y especuladores.

La experiencia de Juventud Sin Futuro no termina aquí: esto es sólo el principio. El movimiento ha servido para que mucha gente, harta y descontenta, al abrir los ojos, se haya dado cuenta de que la resignación y la inercia están lejos de ser la única salida posible y se haya unido para hacer uso del poder y de la voz que, como actores sociales, les corresponde.

Pero el encuentro no terminó en la manifestación. El movimiento del 15 de Mayo parece haber tomado forma en la ocupación y acampada indefinida de la Plaza de Sol, extendiéndose a los espacios que habitamos cotidianamente. La situación es demasiado inadmisible como para que la sociedad continúe anestesiada. Este proceso de cambio está demostrando, con creces, que tal estado anímico se resquebraja y suena más a tópico construido que interesa a unos pocos que a verdad. Por eso, aunque los medios y los poderes políticos se empeñen en invisibilizarlo, seguiremos gritando, seguiremos organizándonos.


Nuestra primavera no ha hecho más que comenzar. Nos habéis quitado demasiado, ahora lo queremos todo.